Además del Temple, otros contingentes de monjes-guerreros participaron en la defensa de los intereses cristianos en Tierra Santa.
Algunos, como los caballeros de San Juan y los de Santo Tomás, tenían, además, una especial dedicación para con los necesitados. Otras eran instituciones mixtas en cuyas filas se incluían monjas.
Junto con el Temple, la Orden más destacada, y también la más antigua, fue la de los caballeros del Hospital de San Juan de Jerusalén, de tradición benedictina, cuya dimensión era, en sus orígenes, exclusivamente religiosa.
Su fundador, Gerard o Gerald, cuyo título está avalado por una bula de 1113, obtuvo suficientes territorios e ingresos en Ultramar como para consolidar la Orden y su sucesor, Raimundo de Puy, estableció el primer hospital cerca de la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén. Muy pronto, la Orden expresó su intención de defender también con las armas a los peregrinos que acudían a la Ciudad Santa.
Los caballeros del Hospital se distinguían de los templarios, con los que al mismo tiempo colaboraban y mantenían una enconada rivalidad, por su indumentaria: un sobretodo negro sobre el que llevaban marcada una gran cruz blanca. Al igual que ellos, recibieron donaciones y prebendas papales, como el privilegio de sólo responder ante el Papa, la exención de pagar impuestos o el derecho de construir sus propias iglesias y fortificaciones.
En el apogeo del Reino de Jerusalén, los Hospitalarios mantenían siete grandes fortalezas, entre ellas el magnífico Krak de los Caballeros, y otros 140 establecimientos en la zona. Tras la pérdida de Tierra Santa, los Hospitalarios se refugiaron en Chipre y desde allí idearon un plan para tomar Rodas, que se rindió a los caballeros el 15 de agosto de 1309, y donde establecieron su nueva sede principal. Ya con el nombre de Caballeros de Rodas, se acentuó el sentido militar de la Orden, que combatió duramente a los piratas berberiscos.
En 1522, Solimán II atacó a los caballeros con una formidable flota y les obligó a abandonar la isla. Poco después, el emperador Carlos V atendió sus peticiones y les concedió la isla de Malta, que dependía del reino de Sicilia, en poder de España, con lo que pasaron a denominarse Caballeros de Malta.
Cuando Napoleón se apoderó de esta isla, la Orden cambió su sede a Trieste en 1798 y a Roma en 1834, donde posee, con garantía de extraterritorialidad, el Palacio de Malta y la Villa en el Aventino. Desde entonces, la misión original de la asistencia hospitalaria ha sido la actividad principal de la Orden, que aún perdura con el nombre de Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, y mantiene un observador permanente ante la ONU.
Otra congregación de carácter religioso y militar que se destacó en Tierra Santa durante las Cruzadas fue la Orden Teutónica del Hospital de Santa María de Jerusalén, fundada por caballeros alemanes entre los años 1190 y 1191 en Acre y reconocida en 1199. Cuando su misión en Palestina estaba por ser completada, los Caballeros Teutónicos trasladaron su cuartel general a Venecia y ofrecieron sus servicios a los príncipes cristianos como protección frente a sus vecinos infieles y paganos, como los eslavos de Prusia, a los que sometieron entre 1229 y 1279.
La Orden continuó existiendo en el sur de Alemania hasta que fue disuelta por Napoleón en 1809, pero renació en Austria en el año 1834 y mantuvo su identidad a lo largo de todo el siglo XIX, aunque, al igual que ocurrió con los Caballeros de Malta, su actividad estuvo restringida a obras de caridad. En 1918 fue encabezada por un sacerdote y en el año 1929 se restauró por completo su disciplina religiosa. Con la excepción del periodo de la II Guerra Mundial, la Orden Teutónica se mantiene como una institución asistencial y caritativa desde 1929. Su cuartel general está en Viena.
Fuente: Muyhistoria
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