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La Batalla de Arsuf

Ricardo Corazón de León quería reconquistar Jerusalén. Desde Acre, el itinerario menos exigente era la carretera romana que bordeaba la costa mediterránea y pasaba por Haifa y Arsuf.
Participaron en la Tercera Cruzada los reyes de Francia, Felipe Augusto, e Inglaterra, Ricardo I, llamado Corazón de León, y el conde de Flandes, a los que habría que añadir Federico I, llamado Barbarroja, emperador de Alemania (que murió ahogado antes de llegar). El 12 de julio se consiguió reconquistar Acre tras dos años de sitio, pero Saladino no estaba lejos. La carretera del litoral permitía que el aprovisionamiento de víveres se realizara por vía marítima, dado que Saladino había eliminado toda posibilidad de que se llevara a cabo el abastecimiento por tierra. Consciente de que éste iba a hostigar a sus columnas de manera constante, Ricardo las organizó y las puso a toda prisa en orden de batalla para que pudiesen ser operativas en el momento oportuno. Su ejército estaba formado por doce divisiones de hombres a pie y otras doce de caballería, repartidas en cinco grandes cuerpos de ejército (se ignora el número de hombres que esto representaba).
Fue lento el desplazamiento, pues Ricardo velaba por sus hombres, ya agobiados por el calor. Emplearon nada menos que diecinueve días, incluidos los altos de descanso, para recorrer un centenar de kilómetros. Además, los turcos de Saladino no cesaron de hostigarlos a base de tender, una y otra vez, pequeñas y hábiles escaramuzas con una cuarentena de hombres en cada una. Hasta el 29 de agosto, el sarraceno esperó en vano la ocasión de lanzar el grueso de sus tropas contra la columna en marcha, pero la cohesión en el seno de la misma le hacía renunciar a realizar esa acción. Decidió por fin efectuar un ataque sorpresa y esperó pacientemente al ejército de Ricardo en el bosque de Arsuf; un espeso encinar que se extendía sobre las laderas de la montaña, frente al mar. La población en si ya estaba devastada y sólo representaba una etapa más para Ricardo.

El 6 de agosto de 1191, después de descansar en la estrecha franja (en la actualidad, Birket-el-Ramadan) entre el mar y la montaña.En la madrugada del 07 de septiembre 1191, Ricardo anuncia que se unieron ese día  Los Caballeros Templarios con Roberto de Sablé , junto con los angevinos y los bretones, Ricardo reanudó la marcha a sabiendas de que Saladino estaba cerca, pues habían detectado a sus exploradores. En cada división había hombres a pie, ballesteros y algunos caballeros. En la vanguardia iban los templarios con sus turcópolos (arqueros montados). A continuación iban los bretones y los angevinos del rey Ricardo; luego, los normandos y los ingleses. Los franceses, a las órdenes del duque de Borgoña, que cabalgaba al lado de Ricardo, estaban presentes junto a los Hospitalarios, que constituían la retaguardia. A Enrique, conde de Champagne, se le confió el flanco izquierdo del ejército para prevenir un ataque turco. El ataque se produjo de forma brutal. La vanguardia que surgió de los bosques estaba formada por arqueros sudaneses, beduinos a pie y a caballo, a los que se sumaban los temibles arqueros turcos montados. A continuación iban los mamelucos y todas las tropas de los emires de Egipto y Siria, precedidos por los músicos que soplaban cuernos y trompas o batían el tambor en medio de los aullidos de los asaltantes, formando una barahúnda indescriptible. A pesar de la lluvia de flechas y de los repetidos asaltos, la columna resistió. Los caballeros derribados continuaban la lucha a pie, lanza en ristre. La infantería estableció un muro defensivo. Los Hospitalarios de la retaguardia, atacados a golpes de cimitarras y mazas, se encontraban en una situación precaria.
Todos esperaban la señal de Ricardo, seis toques de trompa, para contraatacar. Cuando la vanguardia llegó a los muros de Arsuf, Ricardo dio la señal (los Hospitalarios, desobedeciendo las órdenes, ya habían contraatacado al son de su famoso grito de guerra: “¡ San Jorge !”).
Los cruzados pasaron de la defensiva a la ofensiva. Ricardo ordenó una segunda carga y luego una tercera. Al norte, los Hospitalarios y los franceses causaban miles de bajas en las filas enemigas.Los cruzados penetraron profundamente en las filas de los sarracenos, quienes fueron ensartados por sus lanzas o se lanzaron en retirada. La victoria era completa.
La victoria de Arsuf, la única gran batalla de la Tercera Cruzada elevó la moral de los cristianos pues con ello, Ricardo había destruido el mito de la invencibilidad de Saladino. Pero su contribución a esta cruzada fue sobre todo diplomática. Aunque no se consiguió los objetivos de recuperar Jerusalén y la Verdadera Cruz, su tratado con Saladino restauraba los principados francos de la costa y garantizaba a los peregrinos el acceso a Tierra Santa. Pocos cruzados podían aspirar a conseguir ese éxito. Los cruzados perdieron unos 700 hombres en esta batalla.

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2 Comentarios

  1. Anónimo1/07/2012

    VIVA LOS ASESINOS!!!FUCK YOU TEMPLARIOS!!!

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  2. Muchas gracias por la reseña... muy buena

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